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viernes, 1 de junio de 2012

Había un vez un globito...


Dicen que el tiempo lo cura todo, yo sigo esperando que me toque a mí. Hasta ahora solo ha servido para recordarme que hubo tiempos mejores, que hubo un tiempo en el que yo solía creer que tenía todo lo que necesitaba para ser feliz, ahora me doy cuenta de que tenía más bien poco, pero aun así era feliz.

Tengo todos estos recuerdos, que se reproducen como a cámara lenta ante mis ojos, me hace extrañar hasta el más idiota de los segundos que pasé a tu lado, la forma en que te acomodabas junto a mí por las noches y que yo supiera que querías que te abrazara aunque no me lo dijeras, esa primera sonrisa que me regalabas al despertar, nuestras manos unidas en cualquier momento del día mientras veíamos la tele, el besito de buenas noches, las risas, los días de lluvia intentando convencerte de quedarnos en la cama y mil cosas más, pero sobretodo esa forma que tenías de mirarme, me mirabas y allí en tus ojos yo veía lo mucho que me amabas. Ese recuerdo es el que más desentona con el presente, porque ahora me miras y veo que me quieres,  que estás preocupada y nerviosa y que en gran medida te sientes culpable cuando sabes que estoy triste, pero no hay nada más, ya no hay ese algo que me hacía sentir tan única, tan valiosa. 

Y descubrí que mi gran problema con todo esto, es que tú me hiciste sentir tan especial y tan amada, que me entregué totalmente, me dejé en tus manos, porque me hiciste sentir y creer que preferirías hacerte daño a ti misma antes que hacérmelo a mí. Me sentí segura, protegida, feliz. Así que quité toda esa coraza tras la que me escondía y me expuse frágil y vulnerable para ti. No me arrepiento de haberlo hecho, no creas eso. Fue algo muy hermoso sentir que te pertenecía completamente, que me amabas de la misma forma en que lo hacía yo, a veces sentí que incluso más. Pero ahora tengo miedo de no sentir eso nunca más con alguien, porque me dolió lo suficiente como para no querer volver a intentarlo, no me negaré disfrutar de una buena compañía, pero me niego a creer en alguien como creí en ti.

Los malos momentos ahora son peores, porque antes aunque tuviera un día pésimo, sabía que al llegar a casa me estarías esperando para ponerme a salvo, para borrar lo malo con tus abrazos, con tu cariño, hasta que ya nada importaba y solo podía estar feliz de tenerte.

¿Sabes cómo me siento?... como un globito cuando tiene un hoyo, que uno intenta llenarlo con los pulmones en pleno y no se puede porque tiene una fuga. Yo tengo una fuga, ya nada me llena, nada me hace feliz, estoy bien cerca de lograr mi primera meta y no siento nada, porque las grandes cosas se hacen pequeñas y no saben igual cuando no se tiene con quien compartirlas. Tú estás ahí yo lo sé, pero no como yo creía que estarías, yo quería verte enamorada y orgullosa, subiendo junto a mí ese primer peldaño y compartir contigo los beneficios, es inevitable sentir pena por eso.

Nunca vas a lograr entender esto, ni alcanzarás a dimensionar el vacío que me dejaste, para ti es solo falta de amor propio, drama, exageración… pero no eres tú la que está rota y vacía, ni estás sola, ni me necesitas ya. En cambio yo tengo que lidiar con todo eso, sin poder ni querer odiarte, no sabes lo difícil que es.

Lo peor es que la gente que ahora intenta acercarse a mí, es la que paga por lo que tú rompiste.